Las personas somos como radios, cada una en su sintonía. Por mucho que hayan sido construidas en la misma fábrica, por la misma marca, en el mismo año, se diferencian en sus diales. Yo estoy sintonizado en un dial poco usual.
Veo a los de mi generación disfrutar hablando de cosas que yo percibo como si fuera estática, nieve entre un canal y otro. Soy capaz de quedarme un rato compartiendo la alegría a nivel emotivo, aunque no me entere de qué sentido tiene hablar de todo aquello. Pero como cuando no captas una emisora adecuadamente, acabo perdiendo el interés o la capacidad de atención y sólo me queda irme. Y no es desprecio en absoluto, es que cualquier cosa que yo diga o aporte les va a sonar a ellos igualmente a ruido inteligible.
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