"Anna" es el pseudónimo que le he puesto a una mujer aún joven, muy alta y delgada pero no carente de elegancia natural, que vive en mi pueblo. Ayer, mientras me sentía obsesionado por ciertos asuntos relacionados con la chica que me gusta, vi a Anna en una mesa de la biblioteca. Así que supongo que en esta pesadilla la veo como una personificación de esas veces en las que me tomo las cosas demasiado en serio.
Pensaba en la chica que me quita el sueño. Sus ojos, su sonrisa, su curiosidad...
Y me metía por un camino más abandonado. Oía un diálogo que venía desde el otro lado de la tapia de una casa antigua abandonada. Uno decía afirmaciones y el otro respondía con preguntas:
- Oí que ella se coló dentro de esta casa para conseguir sus medicinas.
- Sí, pero ¿esta casa no está maldita?
- Sí que lo está, mira a través de este cristal...
Yo mientras había estado observando a ver por dónde se podría trepar hasta arriba.
Y de repente me había convertido en el que respondía. Delante de mí, el otro sostenía un trozo de hormigón con un cristal, a través del cual se suponía que podría ver un espectro. No veía nada extraño. Pero al bajar el afirmante el cristal, me asusté al ver delante de mí a Anna, que me miraba con ira. Yo caía en el pánico, porque sabía que su rostro iba a transformarse en algo monstruoso. Sus brazos y sus piernas se estiraban hasta convertirse en una figura altísima de miembros esqueléticos. Se abalanzaba sobre mí, ansiando matarme de horror a través de un ataque al corazón.
Fue tan intenso que desperté a medias: sentía que sólo me salvaría si, moviéndome, demostraba que no estaba dormido. Pero durante unos segundos angustiosos estuve paralizado, lo único que pude hacer fue imitar ronquidos para alejar la pesadilla. No suena muy lógico, pero supongo que si los ronquidos los hacía conscientemente, eran suficiente prueba de que ya estaba despierto.
-.-
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