Ayer empecé a leer por segunda vez El Señor de los Anillos. Qué gozada. Es como el Quijote, no es tanto lo que cuenta sino cómo lo cuenta.
La cuestión es que esta tarde encontré un anillo, cerca de un charco. En las películas siempre sacaban ese momento como un momento mítico, en plan... ¡Oooooh, ha agarrado un aniiiiillooooooo! ¡Qué gesto de incertidumbre y misteerioooo!
Yo lo cogí y p'alante.
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