Érase una vez una joven princesa que era muy perezosa.
Un día se echó la siesta y no despertaba.
Desde muchos puntos del reino vinieron príncipes azules, verdes y hasta morados a besarla, pero ninguno logró que se despertara.
Tan sólo gruñía, y se giraba a un lado para seguir durmiendo.
Finalmente, los reyes tuvieron un nuevo bebé, un varón que heredaría el trono.
Para festejarlo, hicieron unas celebraciones a las que estaban invitados todos los súbditos.
Se prepararon chocolatadas, flanes, huevos con chistorra...
La princesa despertó, se limpió la baba con la manga derecha y preguntó:
¿Qué hay de meriendar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario