Alejandro Jodorowsky dio un coloquio en la Filmoteca de Madrid tras proyectarse su largometraje "The Holy Mountain (La Montaña Sagrada)". Yo estaba encantadísimo porque leí su libro La Danza de la Realidad y lo flipé en chiribitas. Pero entre el público estuve rodeado de personas que se indignaron ante la actitud de la película y la propia personalidad del tipo. Se quedaban con los brazos cruzados y el maxilar inferior en tensión, esperando a ver qué soltaba para replicar con un ¡hum!
Muchas manos se levantaron para preguntarle cosas a las que Jodorowsky dio la vuelta (paradójicamente) de forma acertada. Podía parecer que a veces se burlaba de su público, pero al salir de la sala puedes pensar en frío del todo y darte cuenta de que sólo se ríe de sus egos, a ver si despierta lo otro.
Un joven mencionó que no soportaba la violencia. OjoDOro respondió: "¿Sabes por qué no soportas la violencia? Porque eres violento. Antes leyendo las citas del libro nos querías ametrallar a todos leyendo tan deprisa." Esto, leído así sin contexto, parece que le está haciendo delante de todos una de esas "corbatas" de Colombia, de abrir el cráneo y cagar dentro. Pero escuchándole en vivo, con atención, puedes llegar a darte cuenta de que en ningún momento hay saña, ni más intentos de quedar por encima de los demás que el normal que corresponde a quien lleva un coloquio de director. Al comentario de "porque eres violento", una antigua tarotista que se me sentaba cerca susurró: "¡Eso no se puede decir en público!" Esto es porque (supongo que será cierto) si alguien te echa el tarot y descubre algo sobre tu pasado que puede hacer que te pongas en guardia, no lo mencionará para no interrumpir el flujo del proceso.
Parece que a Jodorowsky no le importa que te sientas mal con sus opiniones. Probablemente sea su objetivo esencial: no el joderte, sino el removerte por dentro hasta que sepas POR QUÉ te sientes así. Como cuando una pestaña se te cae en el ojo y no puedes abrirlo hasta que haces un montón de muecas y tonterías aparentes frente al espejo.
Parece que a Jodorowsky no le importa que te sientas mal con sus opiniones. Probablemente sea su objetivo esencial: no el joderte, sino el removerte por dentro hasta que sepas POR QUÉ te sientes así. Como cuando una pestaña se te cae en el ojo y no puedes abrirlo hasta que haces un montón de muecas y tonterías aparentes frente al espejo.
A una chica que se balanceaba mientras le hacía una pregunta, le dijo así por las buenas que si se balanceaba estaba loca, y se puso a imitar sus vaivenes hasta que la chica se fue indignada. Aunque la chica demostrase a posteriori ser una niña pequeña mentalmente, dudo que conviniera que la tratase como tal. No al menos delante de todo el aforo del Cine Doré. ¡Es que lo vas buscando!
En conclusión (¿tengo que dar una conclusión para terminar el artículo?): el tipo me sigue cayendo muy bien, pero no me extraña que los obcecados le quieran pegar.
PD:
Y bueno, al día siguiente presentaba su último libro en la Casa de América. En la entrada que da a la Cibeles me dijeron: "Tira todo a la derecha hasta dar con la entrada opuesta". Al llegar, la fila ya era interminable. Acabé en la otra punta de la manzana. Vamos, que el guardia de seguridad/conserje me hubiera hecho un favor diciéndome: "Unos metros a la izquierda." Al menos pasé casi una hora de interesante y estimulante charla con una psicóloga, una antigua actriz de doblaje y criaturas varias del Señor. Pero como debido al aforo limitado no pude entrar, no haré ninguna entrada llamada "Jodorowsky la lía parda en la Casa de América".
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