Saskia es de las vanguardistas. Al final de la obra que dirigió este año, todo el reparto desaparecía detrás de las patas y no volvía a entrar para saludar. La música y las luces se iban también, y el público, sentado en cojines en el mismo proscenio, se quedaba medio traspuesto, esperando la hora de los aplausos. Mucha gente no la "entendió", quizá demasiada poesía de repente, pero algunos lo pudimos disfrutar a un nivel emotivo.
La alcaldesa entró en la cabina técnica: "¿Ha acabado ya?" Y para que los asistentes respiraran tranquilos, pidió un aplauso al taller teatral del centro cultural de Alpedrete.
Para el año que viene, todo el mundo quiere una comedia. Miedo me da una comedia vanguardista.
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