jueves, 23 de febrero de 2012

"La Depuradora del Destino"


Bromo y Sum creyeron imposible haber recorrido tantos metros desde su idílico Loranca. Rodearon un círculo de chabolas. Les persiguió Goyo el gitano. Cruzaron Móstoles de punta a punta. Todo por culpa de la última voluntad del tío de Bromo: que arrojaran su reloj de titanio a la depuradora cercana a Sevilla la Nueva (también llamada Mordor). Y también por culpa de la huelga de autobuses.

Desde la plataforma sobre las pestilentes aguas, Bromo sólo debía aflojar sus dedos.
—Señor Bromo, ¡arrójelo!
—¡Este reloj es mío! ¡Mi herencia!
—¡Pero mire ahí!

Bromo recapacitó al contemplar el dantesco espectáculo. Parque Coimbra estaba infestado de domingueros sacando fiambreras descoloridas. Tortillas sin cebolla. Alaridos de “cuanto más alto más gracioso”. Mocos sonados sin pañuelo. Lonchas de embutido con esas cintas de plástico de alrededor sin quitar. Botellas con Coca Cola de un color sospechoso. Mujeres gordísimas que nunca llevaban mallas pero ese día sí.

Bromo arrojó su tesoro al desagüe de la depuradora, que en un par de horas reventó y barrió aquel horror execrable con peores horrores execrables.

—¡Por eso el tío compró la gestión del parque de Fuenlabrada!
—Señor Bromo, ¿cree usted que harán canciones sobre nosotros?
—Calla, Sumnormal.

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