Si me lié la manta a la cabeza, fue porque un colega escritor me pidió una animación para anunciar su nuevo libro, y yo le dije que sí, pensando que después de mi experiencia con "Vienna - Insbruck", ya tenía experiencia de sobra. Lo que tenía es mucha sobraúra encima. Me salió un churro que nadie podía aprovechar. Gracias a él, fui de nuevo consciente de mi necesidad de un modo práctico y eficaz de hacer animaciones 2D (el 3D aún es un bebé para mi gusto, sin texturas hace el ridículo).
Me hice un Señor Storyboard de 10 páginas (con lo rácano que soy con el papel). Estuve tan ocupado que descuidé el cumpleaños de mi pareja y tuve que hacerle un detallito pasteloso tras desincrustarme el martillo del cráneo.
Busqué reparto de voces. Exceptuando la voz de un extra, me salió el reparto ideal a la primera... De hecho, me salió el reparto ideal con todos, ya que el extra iba a ser yo. Menos mal que se borró el archivo de mi take.
Retomé el rítmo de trabajo de hace un par de años. Volví a sentirme vivo. De repente, vi que ahora me servían todos los tumbos por distintas disciplinas, todo este tiempo de vagabundo. Había reunido un considerable número de aliados en distintos campos, y era capaz de organizarlos para un fin común.
Me queda una semana de plazo seguro para finalizar el corto antes de que cierre esta edición del NotodoFilmFest. Aún debo sincronizar las escenas 3 y 5, enviárselas a uno de los locutores que tiene que doblar lo doblado (aunque sea animación, es en plan documental)... Vamos, que me paso los días delante del ordenador. Temo quedarme cegatón, pero si le echo horas, al menos un día podré comprarme gafas.
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