sábado, 19 de mayo de 2012

Relatos publicados o premiados

2012 (en curso)

Zombies! Antología de relatos de muertos vivientes, Vol. 2
[Tyrannosaurus Books]:
- Copa de Sirope

Mil Palabras: El Escritor [Ediciones JavIsa23]:
- No firme

2011

Montañas de Palabras: 100 programas de Castillos en el Aire [Ed. JF 2005]
- ¡Son zombies, son zombies!
- Una muerte de ventaja
- Otoño
- ¿Sabías que...? El Puénbol
- El Chico Relampagueante [microrrelato ganador]
- Castillo en mentes
- Oradora
- Radio Sepelio [radioteatro]
- Malditos: Acto XI [radioteatro]

2010

Revista Alfa Eridiani, 3ª Época, nº 13:
- Todos los planetas se llaman Tierra

Primer Premio II Concurso de Narración 'Nuestros queridos canteros', de Alpedrete:
- El cantero olvidado

2006/07

Revista Crónicas de la Forja (Forjadores.net):
- El Agua de Bacálape
- La Cámara del Gorgón
- Saltando a la Comba
- Sangre de Rémora

lunes, 14 de mayo de 2012

LIBRO - Zombies! Antología de relatos de muertos vivientes vol.2

Y al poco de tener cuento publicado en "Mil Palabras: El Escritor", me llega la noticia de que el relato que envié a la convocatoria sobre zombies de Tyrannosaurus Books ¡ha entrado en la antología!

El cuento se titula
"Copa de Sirope".

Puedes conseguir el ebook aquí por sólo 3 euros:
http://tyrannosaurus.es/books/index.php/component/hikashop/product/27-zombies-antologia-de-relatos-de-muertos-vivientes-vol2-ebook


También hice un vídeo cuando llegó mi ejemplar:
http://victorpintado.blogspot.com/2012/06/video-zombies-vol-2.html

LIBRO - "Mil Palabras: El Escritor"

El grupo de FB "Cómo triunfar en la literatura sin morir en el intento" organizó junto a Ediciones JavIsa23, el Premio Internacional de Relatos "MIL PALABRAS" 2011, con el tema EL ESCRITOR.

Como viene siendo costumbre todavía, no llegué a finalista, pero la antología publicada incluye uno de mis relatos:
"No firme."

Más información:
http://concurso1000palabras.blogspot.com.es/

Y aquí puedes conseguir el libro:
http://www.edicionesjavisa23.com/reservas-del-premio-mil-palabras-el-escritor.html

Ilustración de cubierta por Marcos DK:

martes, 8 de mayo de 2012

Receta literaria

Vomita. Así sale todo más rápido. Así.
Que no te importe lo que pasa con la señora del bolso cambiado. Tampoco el destino de la nave espacial, si nada va a cambiar. Míralo con ojos de niño, esos que sabes. Oye tu música. Ahora, despacito. Otro, otro paso más.

jueves, 3 de mayo de 2012

La leyenda de Pintado Urashima

El joven Pintado Urashima desayunó medio paquete de galletas de una tonelada cada una. Para salir a la calle se puso unos pantalones que tiraban de su cinto hacia atrás y un abrigo que tiraba de su cuello hacia delante.

Cuando acabó sus asuntos empezó a llover, cambiando la presión atmosférica de súbito. En esto que encontró en el suelo un pequeño estuche de joyería. Tirado ahí, todo lo señalaba como vacío. No obstante, Pintado se agachó de mala manera para recogerlo: “¡A lo mejor hay dentro un anillo con un pedrolo que no veas, y lo puedo vender y hacerme millonario!”. Sin necesidad de abrir el cofrecillo, le dio un tirón en la columna y volvió a casa despacito, convertido en todo un viejo.

martes, 1 de mayo de 2012

El rincón de la barra

Como el sol me da sueño, he acabado escribiendo de noche. Lo lógico hubiera sido escribir sobre la mesa de mi dormitorio, en vez de llenarla de discos y de camisetas planchadas. Pero debido a neurosis hereditarias, mi casa está específicamente diseñada para distraer. Lo más parecido que he podido encontrar a un Rincón, a una Cueva del Escritor, ya no existe como tal.

A mediados del 2010, unos amigos me hicieron entrar más allá del umbral de cierto bar de copas. Se accedía por unas escaleras que doblaban hacia abajo. Era como Cheers pero con música de los Doors. Era Choors. Las puertas de los aseos, en vez de llevar unos letreritos de caballero y señora, tenían pegados un cilindro largo y una tuerca de gran diámetro. Acabaron añadiendo letreros menos metafóricos porque los borrachos no estaban para sutilezas, pero fue uno de los detalles que me enamoró. Si hubiera sido un bar más, al terminar el mundial del Waka Waka no me hubieran vuelto a ver. Pero además las dueñas eran la simpatía y la inteligencia del pueblo, y un acuerdo común permitió que pudiera pasar allí unas horitas cada noche, con un cuenco de frutos secos y mi capuccino, a cambio de unos recados.

En el rincón más profundo de la barra, bajo una bombilla de tungsteno que amenazaba con dejarme ciego a largo plazo, me pude permitir un hábito creativo. Más tarde me dejaron una mesita aparte para poder liberar la barra los viernes y sábados: en comparación con los días entre semana, aquello era un subanestrujenbajen. Un sábado, en pleno concierto, me levanté de la mesita hacia el baño. Como siempre, me maravillé ante los símbolos metálicos de las puertas. Al regresar, un grupo de fiesteros disfrazados del final de la Segunda Guerra Mundial habían dejado sus chaquetones yeyé encima de mis hojas. No me enfadé, porque ¿qué hacía un veinteañero escribiendo en un bar de copas en vez de contrayendo comas etílicos? O quizá no me lo tomara a mal porque estaba concentrado y lo que no fueran mis esquemas pasaba a ser estática. También muchas veces me preguntaban si estaba copiando lo que decían. ¡Por favor! ¡Qué mala fe! ¡Si transcribiera tus conversaciones ni lo sospecharías!

En fin, tras varios meses siendo medio Murakami, se me acabó el chollo. Las dueñas traspasaron el negocio a otra persona, que tenía dos caras. Nunca supe si la auténtica era la que mostraba una sonrisa a todos, o la que me enseñó los dientes en un encuentro sin amigos delante. No volví a esa Cueva. Desde entonces, he traído a este mundo creaciones que me agradan más que las de aquella época, pero a costa de llevar dos años sin conseguir un hábito regular.

—¿Y por qué no escribes aquí en la biblioteca?
—¡Sshhhhh!