Todo sucedió en la agradable campiña. Una liebre estaba jugando a las cartas con otras. Liebre 1 tenía tres mil parejas de ases. Liebre 2 se estaba marcando un farol. Y cuando la entretenida partida estaba por acabar, se oyeron unos ladridos. Era el cazador.
-¡Guau, guau!- ladraba el cazador a su perro.
-Les huelo por aquí, mi señor!- contestaba éste.
Las liebres se asustaron mucho porque desde que encontraron aquel campito apartado de todos los caminos humanos, no habían vuelto a oír ladrar a nadie. ¡PUM!- sonó la escopeta. Un arbusto próximo a las liebres fue la primera víctima.
-¡Mírelos, mi señor! ¡Son liebres!- la voz ronca del perro sonaba excitada por el calor de la caza, pensaba ensimismado que con un poco de suerte, si atrapaban alguno, él podría comerse la cabeza. El resto sería para el amo, que después de sacarle la piel (la cual podría usar para forrar de nuevo sus botas) se lo cenaría junto a una vela. La mitad de los huesos los guardaría, o bien para una sopa de invierno, o bien para hacer algún collar de artesanía para el mercadillo del pueblo.
Las liebres corrieron a esconderse. El perro también corrió para intentar cazarlos a ambos: dos liebres son más cabezas que uno. Cuatro ojos saben mejor que dos.
Liebre 1 llegó enseguida a su madriguera, al fondo de la cual el hocico del perro no pudo llegar. Liebre 2 no lo tuvo tan fácil, pues tuvo que correr casi sin saber adonde iba durante unas zancadas. Cuando se dio la vuelta, vio pasar su agreste vida por delante de sus ojitos de botón. El perro podría haberle aferrado entre sus colmillos desde hace un buen rato ya. Pero la fortuna quiso ponerse de su lado, bajo la forma de Liebre 3.
Liebre 3 era tan grande y tan gorda que parecía un gato de angora. Para colmo, sus orejas le habían crecido tanto que le caían al suelo: si alguien la hubiese rasurado y pintado de negro, parecería una tarántula. El perro no podía desperdiciar una oportunidad así.
Para Liebre 3 los colmillos babeantes del perro no representaban amenaza alguna. Sólo se limitó a esperar 1’8 segundos a que el cánido se abalanzase sobre él, y cuando supo que el chucho no podría frenar, abrió su anormalmenteamplia boca. Tanto, tanto la abrió, que el animal cupo en su interior. Liebre 2 alcanzó la madriguera de Liebre 1: en breves instantes aparecería el cazador humano, y cuando viera que de su heraldo el perro sólo quedaba una cabeza ensangrentada al ladito de una liebre demasiado gorda como para llevar una dieta vegetariana, a lo mejor se enfadaba.
El hombre apareció:
-Guau... – fue su única respuesta.
FIN
---Cuento de Víctor Pintado---
---Cuento de Víctor Pintado---
1 comentario:
"¡PUM!- sonó la escopeta..... Un arbusto próximo a las liebres fue la primera víctima." Me partoooo!! Un puntazo, sí seeeñor.
"Cuando se dio la vuelta, vio pasar su agreste vida por delante de sus ojitos de botón." Puntazo número dos XD!!
Bueno, qué decirte... Ay, madre! Esto me está costando más de lo que pensaba...
Creo que vamos a tener que hablar un poco más a menudo para tener algo que comentar por estas lindes, porque... VAYA!
En fin, espero que la adaptación de Manuelita salga genial, aunque me hubiera encantado verte a ti en el papel principal... Me conformaré con imaginarte con un enorme caparazón y buscándote la vida de TOP-MODEL XD!
Un beso!
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