Un ojo nos suele parecer bello porque aparte de ser espejo del alma, está encuadrado entre pestañas, bajo párpados, dentro de su cuenca. Sin embargo, el mismo ojo nos produciría horror al verlo sacado de su órbita, viendo los nervios que usualmente se ocultan dentro de esa cámara de los secretos que es el cráneo. Lo más hermoso nos asusta cuando lo apreciamos en toda su dimensión.
Quizá la belleza es lo mismo que el horror, pero en un grado que podemos aceptar más fácilmente. Así mismo, podemos aceptar lo más espantoso, e incluso llegar a disfrutarlo, siempre dependiendo de las expectativas y experiencias (resumiendo, de los prejuicios) de cada persona.
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