Voy a matar a mi marido. Lo mataré esta misma noche. En sueños. Voy a dejar que me siga por ese callejón oscuro que conozco bien. Voy a incrustarle el tacón de mi zapato en el hueco que dejó su corazón. Voy a morderle el cuello y beberme su sangre negra, para escupírsela en la cara cuando le clave en el cráneo esta pluma. La misma pluma que estoy utilizando para escribir este juramento.
Voy a matarlo cada noche, porque si se me ocurriera denunciarle, me mataría a mí por última vez. Y quiero al menos poder tener una muerte de ventaja.
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