sábado, 1 de diciembre de 2007

"Nosferatu", remake de Herzog (1979)

NOTA: Esta es mi entrada más larga hasta la fecha.
Leer sin prisas.


Documentándome para un proyecto, vi la película "Nosferatu" (1922), de
Friedrich Wilhelm Murnau.
Es una peli tan antigua que sus derechos de autor han caducado y es de dominio público, con lo que puedes manosearla como quieras.
La puedes ver y/o descargar de aquí:
http://www.archive.org/details/nosferatu

Para compararlas, saqué de la biblio el DVD del remake de Werner Herzog.
Ahora paso a escribir una reseña al mismo tiempo que veo la peli (bueno, cuando vaya a escribir algo, la paro un momento, vaya):

LA RESEÑA DE NOSFERATU
(Chan chan chaannnnn)

Es un empiece muy bueno porque son momias auténticas de Guanajuato con unos caretos impresionantes.
Luego sale un murciélago volando a ralentí que quizá influyó en el principio de la última peli de Julio Médem, "Caótica Ana", donde salía un ave volando, también a cámara lenta. Ese aire sagrado queda manchado con la secuencia donde Isabelle Adjani se levanta, mira a un lado, mira al otro y chilla de terror. El marido se queda un rato mirando antes de incorporarse como una flecha y consolar a su mujer metiéndose en su cama. Ella dice "Tengo miedo": lógico.

Unos gatitos muy cucos juguetean con un colgante en una estantería con libros y con unas peligrosas mandarinas. Jonathan Harker no ha terminado de desayunar y ya se está levantando de la mesa para ponerse el colgante, en cuyo interior está la foto de Lucy. Camina por una calle excelentemente fotografiada donde todos están con carros y con cosas que se supone que son de la época; pero no hablan entre sí, lo que le da un ambiente irreal... seguramente era el efecto deseado.

Harker entra en una oficina donde habla con Renfield, uno de los mejores "personajes-vasallo" de la historia de la literatura y el cine. El actor que lo interpreta es algo más jovenzuelo que el de la versión de Murnau, pero está más loco si cabe. Es una mezcla entre P.Lorre y un chihuahua. Este Renfield está como una cabra: hace que Harker parezca lo más soso que pueda haber, con sus frases profundas sobre los canales que no desembocan... Será porque estoy comparando demasiado con la versión de 1922, pero las partes de Isabelle Adjani me parecen de una interpretación muy acartonada. Tendría que ver más películas de Herzog para ver de quién es la culpa. A lo mejor es de Harker; ése sí que es soso. Luego viene una escenita de que la parejita pasea por la playa. Lucy vuelve reiteradamente a decir que siente miedo. Que tiene miedo. Vale.

A continuación, el anhelado plano de despedida: a la derecha, los familiares despidiéndose, y a la izquierda, los cuartos traseros de un poderoso caballo que llevará a Harker a los lejanos Cárpatos. El caballo se impacienta y cambia el peso de una a otra pata, así que el beso con Lucy no queda tan romántico. Además, luego cuando está Harker despidiéndose con la mano, va a acelera el trote. Es un caballo punk. Eso sí, todo esto con una buena fotografía.

Aunque la música esa con la guitarra cansina hace que el caballo acabe yendo a marcha de paseo.
En una posada de los Cárpatos, Harker menciona que va al castillo del conde Drácula, y a la cocinera se le caen los platos y todos los parroquianos que estaban bebiendo se giran a la vez a mirarle, y bueno, aquello es un escándalo. El dueño de la venta le dice que hay espíritus malignos por la noche y que nadie le acercará. A Harker le da igual. Y venga que no. Venga que sí. Al final los gitanos tienen que estar media hora intentando persuadirle de que no vaya al castillo... porque sólo existe en la imaginación de los hombres. Sólo hay ruinas. Este detalle me encantó. Total, que se queda a dormir y la señora de la posada le da un libro sobre vampiros que está todo manoseado pero por lo menos está en inglés y no en rumano. Al día siguiente quiere tomar una diligencia para ir al desfiladero de Borgo, donde vive Drácula, pero uno le dice que no tiene carro. Y mientras Harker intenta doblar el precio por llevarse uno de los caballos, le dice que tampoco tiene caballos, mientras acarician unos.

Mientras Jonathan determina irse caminando, los gitanos le miran mientras se va hacia el escarpado horizonte.
Cruza por delante de unas cataratas y por un paso junto a unos rápidos. Muy turístico todo, pero es eficaz; me dio desasosiego, es como si fuese a caer en cualquier momento. Es un gran acierto el que no haya carreteras al castillo del conde, ya que así el protagonista va cruzando pasos inpracticables e inconscientemente se alude a los refugios de los duendes, perdidos donde el hombre nunca mira. Al menos es la primera vez desde que empezó la película en la que me siento realmente interesado por lo que va a suceder a continuación. Harker se tira todo el día andando, y al final se queda por la tarde esperando que llegue la noche. Las ruinas de un castillo (el castillo que no existe) se funden en la noche. Es un prodigio del cine, el modo en que nos internamos con Jonathan en los dominios de Drácula. O a lo mejor será por la música. Y de repente: la fantástica aparición del carruaje del conde, definitivamente menos ridículo que el hyper-speed car de la versión muda.

El chaval éste entra a los aposentos de Drácula, que no hay que ser muy listo para darse cuenta de que es alguien ciertamente curioso: para empezar, tiene las uñas tan largas que le es dificultoso abrir una botella para que su huesped beba. Y con esas orejas de hobbit y esos dientes salidos... es como un compañero que tuve en el cole. Está Harker cortando pan y va y se hace un corte en el pulgar. Como el reloj de "cuco" había sonado justo antes, debía estar pensando en él todavía, porque si no, no sé que pudo haberle distraido. El conde se hace la abuelita para chuparle inocentemente la sangre del corte. Harker dice, "no, si no hace falta". Dracula dice, "pero si es el remedio más antiguo del mundo". Harker responde, "no, oiga si ya..." Pero Drácula se hace el distraído así como "bueno, pues me voy..." Y ¡ZAS!, se la chupa. La sangre.
Luego parece de repente como si se lo fuera a comer. Le encara fijamente, y cuando Harker retrocede, él se le arrima, hasta que se acaba la habitación y se deja caer en un sillón. En esto también me recordaba a algunos antiguos compañeros de clase. Cuando llega al fuego, el Nosferatu se calma. Mientras tanto, en Weismar, Lucy despierta porque un murciélago/vampiro enorme está trepando por las cortinas de una forma inquietante.

A la mañana siguiente, Harker despierta paliducho y mareado (cosa que suponemos por el movimiento expresionista de la cámara). Se pone a curiosear la estancia y se come nosequé de debajo de una gallina disecada o algo así. Camina por unos pasillos muy atractivos desde el punto de vista fotográfico, y se mira en un espejo el cuello. Un niño toca el violín en el patio, medio bien, medio mal. Planos desconcertantes de resaca mañanera.

Lucy mira el mar, pero está irreconocible con un atuendo medieval y un peinado recogido. Seguramente quiere decir algo, como que tiene miedo, pero de momento sobra. Harker comienza a escribir un diario para Lucy, porque no hay servicio postal por aquellos lares. En la ventana del estudio que le ha proporcionado el conde, hay colgando unos murcielaguitos pigmeos. Por la noche, el conde se pone a dar la charleta al pobre Harker, que no sabe qué decir. Drácula se pone todo melancólico, hablando de su antigua familia y del abismo del tiempo. Es que está aburrido de la rutina de su chalet en el campo. Harker saca de su bolsilllo interior el contrato de la casa que quiere venderle en Weismar, pero es tan torpe que también se saca el colgante con la foto de Lucy: -"¡Qué hermosa garganta!"-- dice el vampiro. Aquí ya sabemos que va a lo que va, porque firma todo lo que le ponen delante.

Y llega la parte que de momento más se parece a la de Murnau. Drácula entra al dormitorio de Harker, y, muy teatralmente, "se lo come". Entonces Lucy se levanta, sonámbula, y se pone a pasear, como en la novela de Stoker. Otra curiosidad es que esta toma recuerda bastante a "The Ring", por el lacio cabello negro de Lucy y el espejo elíptico que cuelga de la pared. Lucy chilla (gracias al doblaje, diría), y este grito parece ser oido por el conde, que le está chupando la sangre a Harker y se incorpora. Por la mañana, Harker se despierta con mala uva y se pone a cotillear por las malas. Así descubre el mausoleo donde duerme el conde, dentro de un atud.

Al anochecer, Drácula ha subido todos sus bártulos al carro para irse cuanto antes a Weismar, donde le espera una vecinita de jugoso cuello. Murnau hizo esta escena con stop motion, para que la tapa del ataud principal se pusiese sola. Herzog prefiere darnos un encuadre aberrante, y que sea todo "manual". Al igual que en la muda del '22, Harker se escapa del castillo con una cuerda hecha con sábanas (de calidad). Aquí echaría en falta que apareciesen las 3 vampiresas con el bebé en el saco que salen en la novela... pero en fin, de momento, casi la única mujer que se ha visto ha sido la Adjani, y eso no compensa tanto. El irreal niño del violín despierta al protagonista, que se ha quedado dormido al darse un batacazo cayendo desde la cuerda.

Los ataudes de Drácula son llevados por tres aizcolaris por el río Anduin, hasta un barco, donde hay uno que no se fía del contenido. Abren un ataud, que está lleno, no sólo de tierra, sino de ratas hermosotas. Los gitanos han rescatado a Harker, que entre delirios dice: -"Detengan los ataudes..." Pero ya es tarde: el barco ya está cruzando el mar, el mismo mar que mira Lucy desde un cementerio lleno de cruces torcidas. Llegan Westenra y Mina, y se ponen a platicar. De nuevo, doblaje, ya que con el vientazo que hay no se podrían oir el uno al otro. De hecho, no me extrañaría que practicamente toda la película estuviese doblada, ya que se distinguen muy bien las voces... Tomo nota. En el barco rumbo a Weismar, todos están cayendo como moscas. Vemos de nuevo el Vampiciélago al ralentí, y al nosferatu en un contrapicado. Harker quiere llegar a su ciudad antes que el vampiro, y galopa rápido como a lomos de Sombragris. Una música hace entrar en los canales de Weismar el barco, que parece fantasma. Una niña estornuda, y el capitán está muerto, atado al timón. Hay ratas por todas partes: se piensan que es la Peste.

Al día siguiente de que Drácula deje sus ataudes a buen recaudo, Harker llega a su casa, pero está tan tocao (incluso recuerda un poco a Renfield) que no reconoce a Lucy, que se desmaya como buena damisela frágil de aquellos tiempos. El chico está contagiado de vampirismo y le daña el sol. Por la noche Drácula se da un paseito y mira por las ventanas de la casa de Lucy, pero nadie le ve, a pesar de que antes ha dejado ver su enorme sombra expresionista en la fachada. Supongamos que es que está en "modo niebla". Es entonces cuando el vampiro entra en la habitación de Lucy, y vemos otro precedente de "Ringu" (cuando Shizuko se está peinando y aparece Sadako por detrás). Ambos hablan unas cosas muy metafísicas y cuando él ve que ella tiene un crucifijo, prefiere marcharse. Esta noche no habrá tomate.

A la otra noche, cabreado, le dice al pelota de Renfield que se vaya a las quimbambas con las ratas. Amén, balbucea Renfield, mientras Drácula pone cara de "anda y que se vaya ya este pesao".

Los ataudes llenan la ciudad: el ayuntamiento ya no existe, el alcalde también ha muerto; la plaga se propaga deprisa. Parece como si sólo quedasen vivos los enterradores. Y Lucy lleva el pelo cada vez más recogido. Es ahora cuando Isabelle Adjani está convincente como actriz, cuando tiene que convencer a un descreído doctor Van Helsing de que debe ayudarla. Porque en esta versión, el doctor no se cree nada, es un tecnófilo que se cree que todo son supersticiones. Luego vemos al conde corriendo por la plaza como si fuese un niño travieso que hubiese tocado un timbre. La ciudad se ve hecha un desastre; hay ganado por la calle, como si aquello fuera "El ángel exterminador". Hay una fiesta en la plaza, con bailes dementes y hogueras y demás cosas raras que Lucy mira con inquietud. Es dantesco. lo más horroroso es cuando la gente ya ni se da cuenta que vive entre ratas, y se toma la vida como en un buffet. "Disfrutamos nuestra última cena". En el plano siguiente, son ratas quienes devoran el festín.

Mina aparece muerta sin sangre y Harker está que parece un muerto de lo pálido y ojeroso que está. Temiendo lo peor, lo retiene en un círculo de contención hecho con trozos de Hostias consagradas desperdigadas alrededor de su silla, y acto seguido se prepara para su mayor objetivo: hacer olvidar al vampiro el canto del gallo. Drácula mira desde su ventana con carita de pena. Lucy le espera en la cama... vaya susto se pega cuando el chupasangre sale de entre las sombras. A mí me dan miedo esas escenas de gente que está en la cama y de repente hay fantasmas o algo respirándole frente a frente que salen desde un lado como si dijeran: "¡Hola holita, vecinito!"
Pero a lo que vamos, que Lucy está tumbada y el vampiro ahí al lado. Él ya está con los colmillos a punto de caramelo, pero ella hace como que no quiere; así que como no le puede chupar el cuello, empieza a subirle la falda... pero como tampoco quiere, pues al final le deja el cuello. Si es que son ganas de marear la perdiz. El conde le hinca el diente a la moza y comienza a succionar. Hay una secuencia de elipsis en la que volvemos a ver el vampiro/murciélago a ralentí del principio. Un rato después, él se reincorpora como si recordase que tenía que ir a hacer un ingreso en el banco. Pero no, la chica ésta le quiere entretener, así que hala, venga, más sangre, más chupar, y venga otra vez... Y entonces entre pitos y flautas, se le hace de día y se muere porque le pudo el vicio. Se ha puesto ciego de sangre y se muere de mala manera, como un perro rabioso que se ahoga con sus babas. En cambio, la chica muere de una manera más estética, con optimismo, ya que su sacrificio ha acabado con la plaga. Al menos en la película de Murnau era así.

Lo único que no revelaré será el final "alternativo", porque en la de Herzog termina un poco distinto: así como... cutre.
En fin, no sé que es, es como si toda la peli fuera relativamente seria y de repente terminase con el final más pillado de los pelos y escrito en una pausa para el bocadillo. Incluso me recuerda al apresurado final de mi tercer corto... supongo que eso es buena señal para mí.

En resumen, nos encontramos con un obra en la que se reunen tanto ridiculeces como elementos que son una auténtica joya y que merecen ser considerados como precedentes del cine actual.
La recomiendo ver, aunque no tanto como la de Murnau.
VP_


Un plato ornamental de Drácula que tengo en mi salón.
No es que en mi casa seamos religiosos,
es que la novia de mi padre tiene familia en Rumanía,
patria del vampiro.

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